02, Junio 2025
La cuarta y última Cuenta Pública del presidente Gabriel Boric estuvo marcada por un tono introspectivo y crítico, pero también por una firme defensa de los avances concretos de su gobierno. Desde el Congreso Nacional, Boric se presentó con honestidad y sin triunfalismos, reconociendo los límites que impuso la correlación de fuerzas parlamentaria y las tensiones sociales post estallido. El mandatario abrió su discurso con una reflexión sobre el estallido social de 2019, la pandemia y el aprendizaje político que ha significado gobernar un país en permanente transformación.
Boric destacó el valor de haber reconducido el conflicto político hacia un proceso institucional, aunque reconoció que los dos intentos de nueva constitución fracasaron por la incapacidad de las fuerzas dominantes de incluir al adversario como interlocutor legítimo. “La ciudadanía le enseóó a la política que no tiene sentido pretender pasarnos la planadora mutuamente”, dijo con firmeza.
El presidente defendó su capacidad de rectificar el rumbo y de construir una coalición más amplia, incluyendo a sectores que antes eran adversarios, para avanzar en reformas clave como la de pensiones. “Ser capaz de ajustar prioridades sin abandonar los principios”, afirmó, es una de las virtudes de su mandato.
En materia de seguridad ciudadana, Boric respondió a las críticas destacando logros como la reducción de homicidios, el despliegue de nuevas herramientas investigativas y la construcción de infraestructura policial. No obstante, reconoció que aún falta, especialmente en el control de las finanzas del crimen organizado, donde emplazó al Congreso a aprobar la ley de inteligencia económica.
En el ámbito social, destacó la implementación del Copago Cero, el alza del salario mínimo (el más alto de Sudamérica), la ley de 40 horas, el Sistema Nacional de Cuidados y el avance en la reforma previsional. Reivindicó la universalidad como principio rector frente a las políticas identitarias que, dijo, pueden fragmentar la respuesta a las desigualdades estructurales.
El cierre de la cuenta fue una invitación a mirar hacia el futuro con esperanza y unidad, y a entender que la gobernabilidad se construye con acuerdos, no desde la polarización ni el miedo. “Hechos, no promesas vacías”, fue la frase con la que cerró una de las cuentas más sinceras, políticamente maduras y críticamente equilibradas de los últimos años.